Colección Santiago Rusiñol

La manía de poseer y coleccionar antigüedades es una enfermedad incurable

Santiago Rusiñol, Mis hierros viejos (1893)

“Els col·leccionistes d’antigüetats són els drapaires dels records”

Santiago Rusiñol, Màximes i mals pensaments (1927)

El arte, el coleccionismo y el excursionismo constituyeron los tres medios donde confluyó el interés artístico de Santiago Rusiñol y propiciaron la figura poliédrica del artista, intelectual, excursionista científico, periodista, arqueólogo, escritor y coleccionista. Rusiñol se inició como coleccionista en el taller del que fue su primer maestro, el pintor Tomás Moragas, amigo y admirador de Marià Fortuny. El excursionismo científico, en el que Rusiñol participó entusiasta y asiduamente en la década de los años ochenta, fue el otro ámbito donde Rusiñol desarrolló su actividad de coleccionista. Esta faceta fue la primera proyección pública del artista y el perfil que, junto con su dedicación al culto por el arte, lo definió con mayor precisión. El coleccionismo se convirtió en uno de los perfiles característicos de su personalidad de artista total hasta el fin de sus días. Cada una de las obras del  museo guarda relación directa con algún pasaje de la vida del artista. El Museu del Cau Ferrat, además de mostrar una espléndida colección de arte antiguo y moderno, constituye la “colección del corazón” del artista.

La formación de la colección de arte de Rusiñol corresponde a tres etapas. La primera, más prolongada, se inicia hacia 1875 y culmina con la conferencia que pronunció en el Ateneu Barcelonès en 1893, Mis hierros viejos⁠. Se corresponde, principalmente, a la formación de la colección de forja y las piezas de arte antiguo, conservadas entonces en el taller que compartía con el escultor Enric Clarasó en Barcelona, denominado Cau Ferrat. La colección de forja. Las artes del hierro y los diferentes objetos de carácter religioso o profano que convertían objetos fuera de uso o formaban parte del gran número de obras antiguas y anónimas fruto del esfuerzo constructivo y artístico de los antiguos artesanos eran objeto de atención preferente por algunos de los excursionistas del momento, como manifiestan las diversas ilustraciones de los boletines y publicaciones excursionistas de los años setenta y ochenta del siglo XIX.

La segunda etapa tiene lugar en el Cau Ferrat de Sitges. Se inicia con la compra de los cuadros del Greco en París en enero de 1894, Las lágrimas de San Pedro y la Magdalena penitente y se cierra en 1902, con la adquisición de la colección de cristales de Alexandre de Riquer y con la instalación del cuadro Jueves Santo en Pollença (1902), la última obra de Santiago Rusiñol que entra en el Cau Ferrat de Sitges. Son los años de las Fiestas Modernistas (1892-1899) que culminan en 1898 con la inauguración del Monumento al Greco la década dorada sitgetana del artista. Durante esta etapa entra en el Cau Ferrat con la voluntad de formar la colección del artista la mayor parte de la obra pictórica de Rusiñol y la de sus amigos y compañeros Ramón Casas, MT Müller, Enric Clarasó, Arcadi Mas y Fondevila, Ramon

La tercera etapa corresponde al primer tercio del siglo XX, cuando el cambio de vida de Rusiñol después del tratamiento de desintoxicación a causa de la morfina implica una nueva rutina de hábitos y casi siempre acompañado de la esposa y la hija -de las cuales hay obra colgada en las paredes del museo-. Hay que remarcar la entrada de la colección de arqueología prerromana y púnica procedente de las excavaciones del Puig des Molins (Ibiza) y de las viñetas de Ramón Casas con los pareados de Gabriel Alomar para L'Auca del senyor Esteve (1907 ). Varias piezas de cerámica provienen de los viajes y campañas de Rusiñol por Andalucía, Mallorca, Valencia o Castilla. El Cau Ferrat pasa de ser la casa-taller a taller-museo y su propietario llega a extender tarjetas para autorizar visitas en su ausencia.

A modo de epílogo, la última etapa del Cau Ferrat es la que se inicia con la reapertura como museo público (1933). Santiago Rusiñol legó a la ciudad de Sitges por el amor que profesaba a la población, tal y como establece su testamento. Sin traicionar ni modificar la estructura ni los ámbitos, Joaquim Folch i Torres, director del Museo de Arte de Cataluña y primer director del Museo del Cau Ferrat junto con su equipo llevaron a cabo trabajos de inventario, clasificación y reubicación de las piezas. Es la etapa de la museización del Modernismo. En 1935 ingresa el Panell del gall, del escultor Pau Gargallo, donado por su viuda para añadirlo a la colección de hierro forjado.

El Cau Ferrat se convierte en uno de los símbolos de la historia cultural del país y es reconocido como el Templo del Modernismo.