El Cau Ferrat als cent vint anys

Debemos a Rusiñol la suerte de habernos legado una de las colecciones artísticas más importantes de Europa, acumulada, vivida y conservada en un edificio tan singular como su casa-taller del Cau Ferrat. Debemos a Joaquim Folch i Torres, director del Museu d’Art de Catalunya en los años treinta el privilegio de haber abierto en Sitges el Cau Ferrat como uno de los primeros museos públicos modernos de Catalunya el 16 de abril de 1933. Entre la muerte del artista, el 14 de junio de 1931, y la entrega del Cau a Sitges el 9 de diciembre de 1932 pasaron unos meses mientras que se efectuaban gestiones en las Cortes españolas a fin de eximir al Ayuntamiento de Sitges del pago de los derechos reales que generaba el legado recibido a través de una proposición de ley, que finalmente fue votada íntegramente y por unanimidad y publicada el 17 de abril de 1932. La intervención del director de la Junta de Museus de Barcelona, Joaquim Folch i Torres, fue decisiva, tanto en las gestiones ante el Govern de Catalunya y del Congreso de los Diputados como en la configuración del Cau Ferrat como museo en su doble vertiente institucional y museográfico.

Soslayo ahora y aquí, la tentación de retornar a una historia que me apasiona, como la de la transformación del Cau en museo público catalán de manos del hombre que desde el estricto respeto al espíritu de Rusiñol aplicó las técnicas del Modernismo encarnado en lo que representaba el Cau Ferrat. También eludo la tentación de remitirme a los discursos inaugurales de las autoridades, del poeta Trinitat Catasús que actuaba como vocal delegado del Patronat del Cau Ferrat, al seguimiento de la prensa de la época –la gráfica, una delicia–, de evocar las listas de autoridades y personalidades, de volver al seguimiento de los trabajos para catalogar la colección de colecciones de Rusiñol, de comentar la política museográfica de los primeros tres años del Cau, el embrión y núcleo fundacional de los Museus de Sitges.

Ochenta años más tarde de la apertura del Cau Ferrat como museo público, “con guardas y catálogos”, como describía el Baluard de Sitges, anoto una declaración de principios de Folch i Torres respecto a la rentabilidad de los museos y de las artes focalizada en el Cau Ferrat: “Hay que establecer las cosas de manera que el Museu del Cau Ferrat rinda los frutos culturales y científicos que de la posesión de una colección de arte para una entidad pública tienen que derivarse”. Con este enunciado Folch definía la misión de difundir y activar el patrimonio artístico y cultural que protegía, misión irrenunciable para nuestra primera institución cultural.

El Cau Ferrat se prepara para abrir sus puertas después de un proceso de reconstrucción estructural que va más allá de la simple –y hasta hace poco, inexistente política de conservación preventiva. Ciento diez y siete años de puertas y ventanales abiertos al mar, sin ningún acondicionamiento de climatización, sufriendo la humedad detectable y la que solo se detectaba por los estragos que causaba; un edificio que fue el resultado de unir dos casas de cimientos sobre la roca y paredes de barro añadiendo una planta noble del más puro estilo neogótico que con los años ha sufrido toda serie de patologías; unas instalaciones que habían quedado fuera de la normativa y un largo etcétera de deficiencias resueltas más que satisfactoriamente conservando el mismo espíritu que Rusiñol le otorgó y que Folch i Torres respetó y enalteció.

Entretanto, y más allá del edificio, su contenido, que es lo que le da valor y sentido, ha sido totalmente restaurado. Desde las baldosas de cerámica hasta las vidrieras antiguas y modernistas por parte de los responsables de la obra. Desde la pintura y el dibujo hasta el mobiliario y el resto de las colecciones por parte del departamento de Restauración de los Museus de Sitges. El inventario de las obras se ha reelaborado, actualizado e informatizado íntegramente. El proyecto museográfico que, realizado los últimos meses en paralelo con la intervención arquitectónica contempla los aspectos imprescindibles y adecuados para el correcto funcionamiento y conservación de nuestro patrimonio, desde la iluminación de las obras y objetos artísticos hasta las aplicaciones de la tecnología de la información a las colecciones y a los circuitos. Se elaboran los elementos de interpretación del Cau Ferrat y de su artífice, los elementos explicativos de las colecciones y de las obras más remarcables. El nuevo y exhaustivo Catàleg de pintura i dibuix del Cau Ferrat, redactado por un equipo de especialistas, se encuentra en un avanzado estado de elaboración.

El Cau Ferrat fue inaugurado por Santiago Rusiñol y sus amigos del antiguo Cau de Barcelona el 12 de septiembre de 1893, cuarenta años antes de abrir sus puertas como museo público. Este año, que se cumplen ciento veinte, afrontará el paso por el siglo XXI restaurado, en condiciones y manteniendo el ambiente y espíritu que le han convertido en uno de los elementos clave de la simbología sitgetana y en un museo y patrimonio culturalmente muy valioso, estéticamente único e inigualable.