La obra del mes- Febrero 2021
Obra Estival, de Jaume Otero (Mahón, 1888 - Barcelona, 1945)
Fecha hacia 1928
Materia / Técnica Bronce / Yeso con pátina
Medidas 55 x 29 x 15,5 cm (bronce) // 52 x 27 x 14 cm (yeso con pátina)
Colección Museo Maricel, Sitges. Colección Dr. Jesús Pérez-Rosales, núm. inv. 1.784 (bronce) y 3.288 (yeso)
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Descripción y contexto histórico
La obra
A finales del siglo XIX Barcelona no disponía de muchos espacios verdes destinados a la población. Las autoridades, conscientes de esta carencia, trabajaron para revertir la situación interviniendo en varios puntos de la ciudad, entre ellos Montjuïc, entonces considerado un lugar abrupto y poco accesible. El primer intento de urbanizar la montaña se produjo en 1894, cuando el arquitecto Josep Amargós (1849-1918) presentó un plan destinado a convertirla en una zona residencial y también en un parque de entretenimiento.
Para poder llevar a cabo el proyecto, el consistorio compró unos terrenos a la familia de Josep Laribal (1839-1904), periodista, abogado y director del diario El Diluvio entre 1881 y 1895, que durante muchos años fue el propietario de la finca de la Font del Gat. A pesar de tener el espacio y el plan de actuación aprobados, la propuesta de Amargós quedó paralizada.
No sería hasta 1914, coincidiendo con el inicio de los preparativos para la celebración de una muestra de industrias eléctricas en Barcelona, que se plantearía nuevamente la urbanización de Montjuïc. Inicialmente la reforma recayó en manos de los técnicos municipales pero al conocer esta decisión, Joaquim Folch i Torres (18861963) solicitó que le fuera asignada a un profesional con conocimientos específicos de jardinería. El año siguiente, Josep Maria Sert (1874-1945), posiblemente conocedor de la petición de Folch, aconsejó a Francesc Cambó (1876-1947), miembro de la Junta Directiva de la Comisión de Industrias Eléctricas, que contactara con Jean-Claude Nicolas Forestier (1861-1930) para que llevara a cabo el encargo.
Forestier llegó a Barcelona en 1916 para trabajar en la urbanización de Montjuïc y tuvo en este trabajo como primer ayudante a Nicolau Maria Rubió i Tudurí (1891-1981), recientemente nombrado jefe de los Servicios Municipales de Parques y Jardines. La primera zona en la que intervinieron fue la finca que había sido propiedad de Laribal donde crearon un jardín salón articulado alrededor de un lago, organizado a partir de parterres que dibujaban formas geométricas y en el que dispusieron la creación de una fuente central decorada con baldosas esmaltadas.
Una vez ajardinado y urbanizado se decidió incorporar algunas esculturas unos años después, completando así la decoración del conjunto y dejándolo listo para la celebración de la Exposición Internacional de 1929. Una de ellas, la que coronaría la fuente principal, se le encargó a Jaume Otero que la entregó en octubre de 1928, poco antes de que se colocara en su emplazamiento definitivo.
Bautizada con el nombre de Estival, el resultado final nada tenía que ver con la producción del artista hasta ese momento porque impregnado de las nuevas corrientes estéticas de la época había depurado su estilo. Para ello prescindió de la incorporación de decoraciones florales y frutas, elementos habituales en sus esculturas, y apostó por plasmar una figura femenina joven, desnuda, muy estilizada y nada recargada, alcanzando así unas soluciones cercanas al Art Decó. De ella, los Museos de Sitges conservan dos versiones (bronce y yeso) que nos permiten apreciar sin alteraciones el trabajo del artista porque el original situado en Montjuïc se ha restaurado en dos ocasiones debido a los ataques vandálicos que sufrió en 1985 y 2001.
El escultor
El autor de Estival (1928) fue Jaume Otero. Nacido en Mahón (Menorca) en 1888. De muy joven se trasladó a Barcelona y se encaminó hacia el mundo del arte entrando a trabajar como aprendiz en el taller de Manuel Fuxà (de 1850 hasta 1927). Seguramente animado por el nuevo maestro, decidió completar su formación en la Escuela de la Llotja, donde en 1906 ganó una Bolsa de Viaje que le permitió perfeccionar su arte viajando a París y a Bruselas durante dos años.
Después de una larga temporada en el extranjero, Otero volvió a Cataluña y participó en la Exposición Internacional celebrada en 1907 consiguiendo ganar una Tercera Medalla. El año siguiente fue becado por el Ayuntamiento de Barcelona para continuar formándose en Francia y en Bélgica, oportunidad que aprovechó para visitar también Holanda, Inglaterra e Italia. En la capital francesa intentó entrar de aprendiz en el taller de Auguste Rodin (1840-1917), objetivo que no logró, decantándose finalmente por colaborar con Paul Albert Bartholomé (1848-1928), maestría que marcaría decisivamente su carrera influyéndole en la manera de tratar la carne y plasmar los rostros de las figuras que esculpía.
Agotada la pensión, hacia 1915 volvió a Barcelona e ingresó nuevamente en el taller que Fuxà tenía en la calle Aragón donde permaneció hasta la muerte de su maestro en 1927. Durante los años que compartieron espacio de trabajo, Otero se mostró muy activo tomando parte en las Exposiciones de Arte de Barcelona de 1920 y 1922, esculpiendo en 1925 el Monumento a la reina Isabel la Católica destinado a la Paz (Bolivia) y trabajando, desde 1926, en la decoración de la Plaza Cataluña. Para este espacio central de Barcelona intervino en la gran fuente monumental, esculpió la figura titulada Les Arts que se situó en una de las hornacinas de la plaza y realizó el conjunto titulado Tarragona que finalmente se colocó en la Diagonal, cerca del Palacio Real.
Finalizada su intervención en la Plaza Cataluña, Otero se convirtió en uno de los escultores más reputados de la ciudad. Sus figuras, donde habitualmente se representaban desnudos femeninos llenos de equilibrio y serenidad, le permitieron triunfar allí donde exponía, tal como demuestra la segunda medalla que obtuvo en la Exposición Nacional celebrada en 1943. Este éxito y la popularidad que la acompañaba que contrastaban con su carácter introvertido, bohemio y solitario, le ayudaron a ganar en 1944 la oposición a la Cátedra de Escultura de la Escuela Superior de Pintura y Escultura de Barcelona.
Poco después de este triunfo, empezó una estatua ecuestre titulada El Vencedor. Otero, que siempre trabajaba del natural, pidió permiso a las autoridades para poder copiar los animales. Mientras realizaba los bocetos previos, un mosquito le picó en el labio superior produciéndole una infección que le causó la muerte en 1945. Un año después de su desaparición, su hermano Joan desmontó el taller del artista y, seguramente entonces, el doctor Jesús Pérez-Rosales adquirió las dos versiones de Estival, comprándole también los dos desnudos femeninos (núm. inv. 915 y 1.761) y las dos versiones de Leda i el cigne (núm. inv. 2.013 y 3.290), que actualmente se conservan en los Museos de Sitges.
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Bibliografía básica
INFIESTA MONTERDE, José Manuel. Un siglo de escultura catalana. Barcelona: Aura, 1974.
J.S.V. «Necrológicas. Jaime Otero Camps», en Anales y Boletín de los Museos de Arte de Barcelona, vol. IV 1-2, (enero-abril de 1946), p. 239-242.
JULIÀ I SEGUÍ, Gabriel. «Jaume Otero Camps. “El poeta de la pedra”», en Revista de Menorca, año LXXXII (época octava), número IV (octubre de 1991), p. 445-467.
RÀFOLS, Josep F. «Jaume Otero», en Vell i Nou. Revista mensual d’art, vol I., núm. IV (julio de 1920), p. 109113.
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Sebastià Sánchez Sauleda, historiador del Arte.
Sitges, octubre de 2020 (presentación: febrer de 2021)