También tus ojos
El pasado 22 de diciembre, el Cau Ferrat y el Museu de Maricel celebraron su primer aniversario tras la reforma que permitieron adaptar ambos museus a las necesidades del siglo XXI, recuperando al mismo tiempo su esencia. Con motivo de esta celebración, Museus de Sitges editó un folleto con un texto poeta Joan Duran, que reproducimos a continuación:
También tus ojos, como el paso de mis días, pueden desplegarnos la voz de estos paisajes. Entra, después del tiempo, y mira: que vuelve a ser primavera dentro del gesto, de golpe tan claro, de este cuerpo joven, de chica azul, que ahora acerco al color –tenuemente rosado, verde como una rebeldía– de mi clavellina. Para decirle desbórdate, derrámate del patio de Sitges, los barnices y los marcos de madera antigua, y habita, como una calima empapada, la fuente que habíamos ocultado bajo el follaje, el jardín abandonado y esta carretera, larga como una tarde, que espera el avance, siempre fugaz, de nuestra alegría ambulante.
Como una humedad, caemos: hijos del vientre preñado de una nube de verano, esbozado con grises sobre pinceladas blancas; o como una lluvia que nos gravita. Y estamos en el agua que otra vez ceba la arquitectura arqueada de la adelfa que habíamos olvidado en la isla de la calma; en el agua que nos lava la verticalidad de los cipreses enmascarados de Montmatre; y en la que suaviza los encajes vegetales que corta la alfarería donde la vida se come, al fondo de las formas, la sal y la encarnadura del mundo.
Y será una savia nueva, éste torrente que de golpe nos arrastra. Antes magenta y luego violeta, nos calará, desde la raíz de los dedos con los que nos atrevemos a tocarnos, los años y los cuerpos. Resigámoslos: que también vendrán hacia la tela tensa de nuestro tacto, los que ahora se tienden vencidos como una playa, los que nos escrutan, nudo y ofrecidos, desde el cuadro más alto de la cámara de escribir, y los que nos esperaban sentados en la orilla del manantial seco. Anhela, como tú y como yo, el baño de la mirada, el bramido de un descubrirse y el abrazo convulso del mar del deseo, tan insistente bajo el pavimento, tan violento tras los vitrales y siempre en combate contra los pies de los caminantes de la tierra.
Y que todo, en recorrerlo y poseerlo, se nos vuelva de la materia del vivir. Que todo nos llena y nos gotee: que nos traspase el lienzo del labio, del sexo y de la palabra por la herida que nos habremos abierto sobre el recuerdo pintado. Y desde allí, que arda, que rete los troncos del gozo y la alegoría, o que cabalgue las venas de la mano que aprieta la sábana amarilla de algún dolor. Seamos, entonces, el latido, un agua y el opiáceo; seamos esta lágrima tomada sobre los ojos que lloran, inquietantes, desde el fondo del tiempo. Y la hemorragia roja, de hierro viejo como el ansia que llama, con la materia oscura de los olvidos, sobre las puertas del presente.
Todo esto y restar, después de tanta embriaguez, sólo en el suero tibio de la luz. Y en una calma de arena bajo el costillar de las barcas más solas, a raíz del útero silente de las asas y cerca de las mujeres que acotan, con nuestro hijo en el pecho, las tres velas de la mañana. Así, sólo inexistentes: apenas un roce de viento entre los hombres que reviven en la gloria paro de los pigmentos; sólo en el olor sencillo de la granada abierta, de la manzana dorada y la naturaleza muerta del tiempo. Todo estigmas de un vino antiguo. De una vorágine que nos debe abandonar, finalmente, en la inmovilidad pesada de unos músculos y unos ojos cortados encima del mármol. Estatuas de sal contra el mar, después de todo. Sólo porque habremos osado girarnos y mirar qué nos dicen las voces de todos estos paisajes que nos miran.
Joan Duran i Ferrer
Díptico conmemorativo del primer aniversario de la reapertura de los museos
Los reformados Cau Ferrat y Museu de Maricel reciben más de 55.000 visitantes en su primer año