Léon Daudet: una luz tras el abismo (II)

Santiago Rusiñol conoció a Léon Daudet durante su internamiento en la clínica de desmofinización del doctor Sollier y la razón de aquella coincidencia no fue otra que la de encontrarse este en el mismo lugar y por la misma razón que aquél. Léon Daudet era hijo del escritor francés Alphonse Daudet, autor de los relatos del famoso personaje Tartarín de un pueblo de la Provenza, con los que el padre de Léon que había nacido en aquella región ironizaba sobre la opinión generalizada de los norteños de Francia respecto a los franceses del sur por no tomarse demasiado en serio la verdad. Por esta razón el protagonista de esas novelas triunfaba con su imaginación sobre todos los contratiempos que le sobrevenían. Rusiñol llegará a traducir del francés después de su proceso de cura y ya entrando en el S. XX las tres novelas de este antihéroe de la literatura francesa:


Port-Tarascó: darreres aventures de l’il·lustre Tartarin. (Barcelona: Antoni López, 19??).
En Tartarín als Alps: noves proeses de l’hèroe tarasconès. (Barcelona: Antoni López, 191?).
Tartarín de Tarascó. (Barcelona: Antoni López, 1922).  

Estas son sus únicas traducciones junto a La fira de Neuilly: sensacions frèvoles de París de Gregorio Martínez Sierra (Barcelona: Antoni López, 19??) que traduce del español y a nadie se le escapa que esta aislada incursión de Santiago Rusiñol en el ámbito de la traducción bien pudo deberse a la fraternal relación de amistad que Rusiñol entablara en el sanatorio con su hijo.

Léon Daudet, hijo mayor de Alphonse Daudet, fue educado en el ambiente cálido que le proporcionó la personalidad alegre y amable de un padre, escritor de renombre, que siempre estuvo rodeado de grandes personalidades del mundo de la cultura. De ese modo entró en contacto desde niño con periodistas y escritores como Flaubert, Zola, Goncourt, Maupassant y llegó a ser amigo de infancia de Proust. Aunque fue educado en los valores republicanos poco a poco a través de influencias, lecturas y sus propias reflexiones fue decantándose hacia una posición política cada vez más extremadamente nacionalista aun declarándose republicano.

Antes de su ingreso en la clínica del doctor Sollier llegó a asistir junto a su madre a la primera reunión de la Ligue de la Patrie Française y ambos fueron dos de sus primeros miembros. Dicha Liga fue una organización política francesa, de orientación nacionalista, fundada el 31 de diciembre de 1898 como consecuencia del affaire Dreyfus, que reunió entre sus filas a los antidreyfusards académicos, intelectuales, civiles y destacados artistas y escritores como Maurice Barrés, los pintores Edgar Degas y Auguste Renoir, el novelista Jules Verne, los poetas José-Maria de Heredia, el músico Vincent d’Indy y dibujantes como Jean-Louis Forain y Caran d’Ache, por sólo mencionar algunos nombres del mundo del arte y la literatura aunque el movimiento aglutinó a todo el nacionalismo integral que reaccionó ante aquel asunto de espionaje que dividió a Francia entera. Así la Liga fue el germen de la futura Action Française: una escuela de pensamiento y un movimiento político nacionalista conservador, antiparlamentario y antisemita, partidario de la restauración monárquica de la línea sucesoria orleanista, católico clerical que se desarrolló principalmente en la primera mitad del siglo XX.

En ese momento de su vida Santiago Rusiñol conoce a Léon Daudet. Hasta entonces había estudiado medicina motivado por un amor filial que persiguió curar la sífilis que padeció su padre. Durante su período académico fue condiscípulo de Sollier y frecuentó a personalidades como el neurólogo Charcot. Sin embargo a pesar de haber finalizado sus estudios, no realizó la tesis decepcionado del mundo sanitario después de haberlo conocido por dentro y haber fracasado en el concurso de internos. Así Daudet comenzó una carrera como escritor y periodista que continuó a un ritmo febril hasta su muerte dejando unos 9.000 artículos y 128 libros que incluyen una treintena de novelas, quince ensayos filosóficos, libros de crítica literaria, historia, una docena de panfletos y finalmente sus memorias Souvenirs des milieux littéraires, politiques, artistiques et médicaux, publicadas con éxito de 1914 a 1921 que siguen siendo su primer título de fama literaria. Con todo está considerado uno de los autores más prolíficos del siglo XX.

En 1900 Santiago Rusiñol concedió una entrevista al pintor, poeta y crítico de arte argentino José León Pagano, recogida en el capítulo Los catalanes de su libro Al través de la España literaria junto a otras realizadas a Ángel Guimerá, Pompeyo Gener, Joan Maragall y Jacinto Verdaguer. En aquella entrevista Rusiñol explicaba cómo durante el período de su internamiento aislado y en soledad un interno algo más joven que él le miraba con curiosidad y con afecto. De esa curiosidad y atracción inicial habría de nacer aquella amistad fraternal. Por su lado Daudet en L’entre-deux-guerres (1915), el tercer volumen de sus Souvenirs, nos explica la razón por la que le miraba y no era otra que la de parecerse Santiago Rusiñol a su padre Alphonse Daudet que había muerto dos años antes.

«Je veux clore cette rapide revue de quelques artistes contemporains par un fils de la fantaisie et de la lumière, le peintre et dramaturge catalan Santiago Rusinol, mon très cher ami. Dès notre première rencontre je l’ai aimé, parce qu’il ressemble à Alphonse Daudet.

Même bain de soleil épandu sur le front, le regard et le sourire, avec cette différence que l’éternel cigare de Santiago remplace, au coin des lèvres, l’éternelle petite pipe de mon père. Mêmes cheveux abondants, que partage une raie bien droite. Chez Santiago, ces cheveux sont moins longs et ils commencent à blanchir ferme, mais chez Santiago, comme chez Alphonse Daudet, quelque chose ne vieillit pas : le charme conjugué de la bonté et de la sensibilité, une bonté qui rit, pleure et panse les plaies, une sensibilité frémissante ainsi qu’un bouleau sous un ciel d’orage. La vision morale de Santiago Rusinol est perpétuellement oscillante entre l’ironie tempérée et les larmes, perpétuellement aimante et déçue.»

«Quiero cerrar esta rápida revisión de algunos artistas contemporáneos con un hijo de la fantasía y la luz, el pintor y dramaturgo catalán Santiago Rusinol, mi querido amigo. Desde nuestro primer encuentro le quise bien, porque se parece a Alphonse Daudet.

El mismo baño de sol en la frente, la misma mirada y la misma sonrisa, con la diferencia que el eterno cigarro de Santiago sustituye, junto a los labios, la eterna pequeña pipa de mi padre. El mismo cabello abundante que divide una raya bien recta. En Santiago, estos cabellos son menos largos y comienzan a blanquear con fuerza, pero en Santiago, como en Alphonse Daudet, algo no envejece: el encanto conjugado de la bondad y de la sensibilidad, una bondad que ríe, llora y cura las llagas, una sensibilidad estremecedora así como un abedul bajo un cielo de tormenta. La visión moral de Santiago Rusinol oscila permanentemente entre la ironía templada y las lágrimas, perpetuamente amorosa y decepcionada

Léon Daudet finalizó su tratamiento antes que Santiago Rusiñol y sin embargo por el afecto que se había establecido entre los dos llegó a alargar su estancia en el sanatorio para seguir cerca de él hasta su restablecimiento. Del mismo modo Lluïsa Denís no quiso alejarse tampoco de su recién hallado esposo y durante todo su internamiento se mantuvo con su hija cerca de él aun sin poder verlo alquilando para ello un apartamento en Passy a las afueras de París. En todo aquel tiempo su esposa y su hija fueron amablemente atendidas por Isaac Albéniz en cuya casa por otra parte Rusiñol había depositado sus pinturas de jardines mientras permaneciera internado. Allí el pintor Maurice Lobre tuvo la ocasión de contemplar aquellos cuadros y por carta le expresó a su amigo la opinión que le merecieron:

«Quel endroit merveilleux, bon Dieu! Je n‘ai rien vu de plus grandiosement émouvant. Tu es sûr d’un succès. Il y a des effets de soleil exquis, des terrains rouges avec des ombres mauves ou bleues, et des arbres cuits par le soleil couchant; il y a aussi un petit tableau d’hiver, une allée avec de jolies arbres au fond, gris, d’autres sans feuilles au premier plan, au fond à gauche, une grande construction, un clocher au desous, à droite la terre brune d’une colline au loin. Ce tableau pourrait être de Pissarro d’il y a 20 anys, ou même de Corot quand il était en Italie. Il y en a qui sont moins bien de peinture, un peu secs, petits, mais le charme y est toujours (…) Je suis tout hereux de pouvoir te dire bien sincèrement combien j’ai été enthousiasmé de ton oeuvre qui est de tous points remarcable. Bravo!»

«¡Qué lugar tan maravilloso, por el amor de Dios! No he visto nada más conmovedor. Tienes el éxito asegurado. Hay efectos de sol exquisitos, terrenos rojos con sombras púrpuras o azules y árboles agostados por el sol poniente; también hay un pequeño cuadro de invierno, una avenida con hermosos árboles al fondo, gris, otros sin hojas en primer plano, al fondo a la izquierda, una gran construcción, un campanario debajo, a la derecha la tierra marrón de una colina a lo lejos. Este cuadro podría ser del Pissarro de hace 20 años o incluso de Corot cuando estaba en Italia. Hay algunos que no están tan bien de pintura, un poco secos, pequeños, pero el encanto siempre está. (…) Soy muy feliz de poder decirte muy sinceramente cuánto me ha entusiasmado tu obra que es desde todos los puntos remarcables.»

«Le comte de Montesquiou s’intéresse à ton art et sera très heureux de faire ta connaissance. C’est un poète distingé, homme de premier goût et gentilhomme de primo cartello. Il faira t’initier dans toute la societé parisienne si tu le désires.»

«El conde de Montesquiou está interesado en tu arte y estará encantado de conocerte. Es un poeta distinguido, un hombre de gran gusto y un caballero de primer orden. Él te introducirá en la sociedad parisina si lo deseas.»

El Conde de Montesquiou fue uno de los principales representantes del movimiento Action Française y fue colaborador de la Revue del mismo nombre creada en 1899 que después, reconvertida en diario, pasó a llamarse L’Action Française igualmente y en cuya fundación participó Léon Daudet en 1908. La publicación era entonces el órgano oficial de aquel movimiento y constituyó una firme oposición a la política de la Tercera República, así como al liberalismo y la democracia. Ideológicamente aquel personaje trataba de reconciliar el sistema político que se derivaba del Positivismo filosófico de Auguste Comte con sus ideales realistas y católicos y en cuanto a sus gustos estéticos parece que cayó subyugado por los jardines de nuestro pintor.

De la relación de amistad fraternal entre Daudet y Rusiñol se deduce pues todo un entramado casual de relaciones que como veremos tendrá consecuencias imprevisibles durante el período de internamiento en el sanatorio del doctor Sollier y por efecto de aquella penosa circunstancia se abrirá felizmente, como veremos, una nueva etapa en la vida y en la trayectoria artística del pintor. Léon de Montesquiou-Fézensac, fue protector de Marcel Proust e íntimo amigo de Lucien Daudet, el hermano de Léon. Vinculados pues por una misma opción ideológica y política además de por un estrecho vínculo de amistad, Léon Daudet frecuentaba su trato y para colmo era también amigo de Maurice Lobre teniendo así con Santiago Rusiñol un amigo en común.

Rue Royale de Paris (hacia 1900)

Aquel amigo inesperado que la vida le trajo al final de un oscuro y siniestro camino de adicción a la morfina propició que después de aquella reclusión y del restablecimiento de ambos, Léon introdujera a Rusiñol en las tertulias artísticas del hoy ya desparecido Cafe Weber, lugar de encuentro de artistas, escritores, dibujantes y periodistas. Léon Daudet llegó a escribir en su obra Salons et Journaux (1917), cuarto volumen de sus Souvenirs, una descripción de Marcel Proust:

«Vers 7 h 1/2 arrivait chez Weber un jeune homme pâle, aux yeux de biche, suçant ou tripotant une moitié de sa moustache brune et tombante, entouré de_lainages comme un _bibelot chinois…»

«Hacia las 7:30 llegaba al Café Weber un joven pálido, con ojos de cervatillo, chupando o manoseando una mitad de su bigote moreno y caído, envuelto en una prenda de vellón de lana como un adorno chino…»

La terraza del Cafe Weber con La Madeleine al fondo

Si bien los primeros intelectuales de la extrema derecha francesa fueron contertulios del Cafe de Flore (172, Boulevard Saint-Germain), donde se fundó el periódico L’Action Française, también frecuentaban el Cafe Weber (21, rue Royale) aunque no todos sus asiduos fueran partidarios de aquellas ideas políticas. En todo caso Rusiñol conoció y frecuentó aquel ambiente en los mejores años del café Weber que fueron los primeros del siglo XX y entre aquellas nuevas relaciones artísticas y amistosas se movía el galerista Siegfried Bing quien habría de jugar también un papel extraordinariamente importante en la vida de Santiago Rusiñol.

Siegfried Bing fue un comerciante de arte de origen alemán que obtuvo la nacionalidad francesa y se especializó en la importación y venta de objetos de arte japoneses y asiáticos, exportando a la vez productos franceses al Japón. Pocos años antes que Rusiñol ingresara en el sanatorio de Sollier inauguró en 1895 su famosa galería de arte La Maison de l’Art Nouveau (22 rue de Provence, París) conocida también como Maison Bing.

El Hôtel Bing de París (1895)

Junto a otros de sus establecimientos y negocios dedicados al japonismo, la galería estaba especializada concretamente en arte moderno y se dedicó a organizar muestras de obras de artistas de lo que luego se daría en llamar estilo Art Nouveau. Incrementándose la fama de la galería con la Exposición Universal de 1900 en la que presentó instalaciones en las que coordinaba el diseño con el color, muebles modernos, tapices y piezas de arte, aquellas exhibiciones decorativas se iban relacionando con un nuevo estilo artístico que era cada vez más popular en Europa y por asociarse aquel arte nuevo con la galería acabó ésta prestándole posteriormente su nombre. Bing desempeñó pues un papel vital en la promoción del nuevo estilo, al igual que su homólogo inglés, Arthur Liberty, que fundó la tienda Liberty en Londres.

La galería impulsó igualmente las carreras de muchos artistas y jugó un papel muy importante en la promoción de todos aquellos que estuvieron asociados al movimiento Les Nabis. Del mismo modo Siegfried Bing acogió en su galería, casi por sorpresa y extemporáneamente aunque la pintura de jardines de Rusiñol no fuera del todo desconocida en París, la exposición Jardins d’Espagne de Santiago Rusiñol en 1899. La exposición fue todo un éxito tal como vaticinó Maurice Lobre y el Tout-Paris pasó a contemplar las pinturas de Rusiñol por la Maison de l’Art Nouveau.

Aquella muestra de tantas representaciones de jardines españoles, treinta y dos, de Granada, La Granja, Aranjuez, Barcelona, Tarragona y Sitges llegó a organizarse pues como consecuencia de todas aquellas coincidencias y contactos que tuvieron lugar durante y tras el tratamiento de  desmorfinización y la posterior operación que se practicó a Rusiñol en su domicilio particular de Plaza Catalunya, en secreto, con la extracción del riñón afectado por la lesión, le dieron a Rusiñol una segunda vida después de haber emergido de un abismo. De este modo el inicio de una nueva etapa en su carrera tuvo su propio impulso creador que le llevó en el futuro a la creación de piezas de teatro cada vez más comerciales que le aseguraron el favor del público y a una futura especialización, cómo no, en la pintura de jardines.

Créditos fotográficos

© Archivo personal Jorge Pérez Vela

Jorge Pérez Vela, Guía y Atención al Público en Museus de Sitges

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