'La corrida de toros (El quite)', de Pablo Ruiz Picasso

Obra: La corrida de toros (El quite), de Pablo Ruiz Picasso
Año: 1900
Técnica: Óleo y pastel sobre cartón
Medidas: 16 x 30 cm
Colección: Antigua colección Santiago Rusiñol. Museo Cau Ferrat, número de inventario: 30.669

Descripción y contexto histórico Para el análisis de una obra normalmente es suficiente la visión objetiva de la misma, pero en el caso de El quite no se puede eludir la condición de taurómaco de su autor para hacer una lectura realmente cuidada. Y decimos taurómaco para marcar una línea entre aquellos artistas temporalmente seducidos por la estética taurina y aquellos que tienen un elevado conocimiento de la tauromaquia. El quite nos permite diferentes lecturas; una aproximación formalista nos revela el cambio prefauvista operado en la obra de Picasso en el año 1900 y que significa una propuesta inédita hasta entonces en la obra picassiana. Una lectura iconográfica nos ayuda a insertarla en la producción taurina del artista, confrontarla con obra coetánea y dilucidar algunos de sus inmediatos precedentes. Una subsiguiente derivación iconológica nos permitirá desvelar la significación real de la obra, bien alejada de toda aleatoriedad. Finalmente, una visión sociológica consignará el papel del Rusiñol coleccionista como pionero en la adquisición de picassos.
La temática taurina ostenta un carácter pionero al tiempo que transversal dentro de la producción picassiana. Fue su padre José Ruiz Blasco quien introdujo a su hijo en el mundo taurino. Resulta elocuente, por ejemplo, que cuando aún era un niño lo llevó a un hotel de Málaga para que conociera el torero andaluz Cara-Ancha y un impresionante Picasso acabó sentado en sus rodillas. Se da la circunstancia de que el primer grabado así como unos de los primeros óleos y esculturas son de carácter taurino, aunque todos ellos en torno a la figura del picador. Este pastel y aguada sobre cartón fue ejecutado con toda seguridad durante el año 1900. Si convenimos que se trata de un apunte del natural - el propio artista manifestó que muchas obras taurinas no las realizó en la plaza -hubiera podido ser ejecutado en la Plaza de la Barceloneta- también conocida como Torín- donde habría que situar la mayoría de obras taurinas de Picasso en Barcelona. Sin embargo, el mes de junio del mismo 1900 se inauguró una segunda plaza en Barcelona, Las Arenas, lo que no nos permite confirmar el lugar de ejecución. La temporada taurina empezaba con el inicio de la primavera y finalizaba al inicio del otoño, fechas entre las que probablemente Picasso realizó esta obra.

Ese año Picasso inició una serie de obras de temática taurina con un especial interés por los estudios lumínicos a partir de colores vibrantes que lo situaban en un cierto prefauvismo. Algunas de estas obras taurinas, parece que sólo óleos, integraron la segunda exposición personal de Picasso en los Quatre Gats, menos conocida, que tuvo lugar en julio de 1900. El crítico Frederic Pujulà y Vallès, el único testigo de esta exposición que nos ha llegado a día de hoy, advirtió esta singularidad cuando describía la "luz cegadora que bate en los tendidos" y posteriormente se refería al público como "manchas" y a los toreros como "siluetas". En El quite el público está apenas insinuado con un par de trazos y los toreros están construidos a partir de manchas de modo que las formas alcanzan casi a través de los colores. La composición se divide en dos mitades, los toreros en primer término apuntados con trazos blancos, verdes, morados y anaranjados y la grada soleada en segundo término, resuelta con amarillo de cadmio. Se conocen varios pasteles de Picasso similares de este momento, por ejemplo El toril abierto (Colección Mr. & Ms. Henry John Heinz II, San Petersburgo), entre otros. En esta serie Picasso solía combinar el pastel con el óleo y / o el gouache y, en cuanto a los soportes empleaba tanto la tela como el papel, como la obra que nos ocupa. El propio artista, refiriéndose precisamente a casos como éste, le confesó a Pierre Daix que él los consideraba verdaderos "cuadros".

Esta obra es en definitiva una recreación artificial de los colores de una corrida, se trata llanamente de la sublimación de la atmósfera soleada de una tarde taurina donde Picasso privilegia la percepción sensorial como aficionado por delante de la plasmación objetiva del espectáculo. Durante aquel 1900 había realizado un giro de ciento ochenta grados a su obra y, inusitadamente, emergió un Picasso luminoso y estridente, desconocido hasta entonces. Francesc Fontbona lo atribuye a la exposición de Anglada-Camarasa celebrada en la Sala Parés el mes de abril pues nadie había ofrecido hasta entonces unas propuestas similares dentro del panorama artístico barcelonés. Este interés taurolumínico insertaba en una línea precedente de artistas como Ramón Casas o Darío de Regoyos, nombres también presentes en el Cau Ferrat. Además de la confluencia luminista con ambos, el primero heredaba soluciones de perspectiva y de encuadramiento y del segundo un enfoque de corte menudo negrista. Por ejemplo, óleos como El toro destripado (Colección Niarchos) nos evocan Las victimas de la fiesta del artista asturiano instalado en Barcelona.

A nuestro entender el siempre título La corrida de toros es excesivamente genérico para titular esta obra. Picasso era un "taurómaco", lo que el diccionario define como "persona entendida en tauromaquia" y la tauromaquia es, sin lugar a dudas, una actividad con una serie de momentos perfectamente protocolizados. A lo largo de la historia del arte encontraríamos miles de obras con un título similar, incluso del propio Picasso. Si hemos decidido llamarla El quite es porque es exactamente eso lo que refleja Picasso. El quite es una suerte taurina que tiene lugar durante el primer tercio de la corrida, lo que se conoce como tercio de varas. Una vez el toro ha recibido la vara correspondiente -ha sido picado con la pica- el torero es quien corresponde su lidia o cualquiera de los otros de la terna, tienen la opción de darle unos pasos –quite- donde pueden mostrar los sus mejores recursos taurinos. Entonces el torero se dirige al animal mientras los otros quedan expectantes sin abandonar la arena. Si nos fijamos veremos como el torero que ocupa el centro de la composición es el único que se mueve acercándose al animal que ya ha sido picado, tal como indica la sangre que le brota del lomo.

Por último, haremos mención al origen de esta pieza. Según le confesó Picasso a Palau y Fabre, los picassos del Cau Ferrat le fueron adquiridos personalmente por Rusiñol en los Quatre Gats: "La media docena de obras que hay en el Cau Ferrat de Sitges provienen de las subastas amistosas que, para pagarse un resopón, Picasso improvisaba en los 4 Gatos. 'Quién da más?'. Y, casi siempre, era Rusiñol quien se llevaba la obra. "Algunas de las obras que podrían haber integrado esta serie en sus inicios pertenecieron a colecciones barcelonesas, un par a la colección Riera, uno en la colección Barbey y otro en la de Enric Morera. Pero posteriormente una buena parte fueron adquiridos por colecciones o museos extranjeros siendo el de Rusiñol uno de los pocos que ha permanecido en Cataluña. El quite, junto con otros picassos más de su colección, fue publicado el año 1917 a instancias de Rusiñol en las páginas de L'Esquella de la Torratxa haciendo constar expresamente su condición de inédito. Rusiñol, que había renunciado como tantos otros artistas y críticos catalanes de la aventura cubista de Picasso, nunca puso en duda su capacidad como artista: "Ahora se pinta en broma. Pero todo lo que sea broma no está mal. Picasso pinta en broma y, además, es un gran pintor "manifestó poco antes de morir. Pero eso sería treinta años más tarde. Lo que realmente nos interesa es que a finales del 1900, antes de que el mundo empezase siquiera a comprender el potencial de Picasso, Rusiñol ya le había comprado media docena de obras.

Autoría de la ficha: Eduard Vallès