El edificio

Rusiñol llega Sitges (1891)

En una de las incursiones que hizo a Barcelona, el artista Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) mientras vivía en París en otoño de 1891 se acercó a Sitges por dos razones. Una es que su gran amigo Ramón Casas había estado en la población pintando. La otra es que Rusiñol se dirigía a Vilanova i la Geltrú para visitar la Biblioteca Museu de Victor Balaguer, el prohombre de Catalunya de la Renaixença (resurgimiento de la cultura catalana) que, además de ser escritor y político se había convertido en un coleccionista consagrado, obteniendo un cuadro del Greco, La Anunciación, como depósito procedente del Museo del Prado. A los escasos treinta años, Rusiñol también lo era; su importante colección de hierro forjado se había expuesto con todos los honores en la Exposición Universal de Barcelona de 1888.

Como resultado de esa estancia Rusiñol hizo amigos, entre los que se encontraban los pintores de la Escola Luminista, como Joan Batlle i Amell y Arcadi Mas i Fontdevila. El año siguiente Rusiñol organizó la Exposició de Belles Arts de Sitges, convertida en la Primera Festa Modernista. Le gustaba Sitges, su paisaje, su gente y la fácil comunicación con Barcelona gracias al ferrocarril. En esos momentos el artista, separado de su mujer, no disponía de otro domicilio que el estudio con el escultor Enric Clarasó donde éste modelaba y Rusiñol tenía depositada la gran colección de hierro forjado y objetos artísticos que había ido adquiriendo. Fue el Cau Ferrat de la calle Muntaner, donde había formado el primer núcleo de amigos y adeptos.

Dos casas convertidas en casa-taller de artista

Sitges ofrecía al artista el entorno paisajístico y humano que él buscaba. Y lo encontró, finalmente una sencilla casa de pescadores que en julio de 1893 adquirió a Dios Nuestro Señor porque la última propietaria la había legado en testamento para garantizar el destino de su alma, de manera que el artista tuvo tratos con el Obispado de Barcelona. Se trataba de una casa de planta baja y un piso donde el artista realizó unas primeras obras de adaptación, con la instalación de gas ciudad y la apertura de un ventanal. Era un lugar donde se tenía que colocar uno de los ventanales góticos que, procedentes del antiguo castillo feudal reconvertido entonces en casa Consistorial, el artista los había solicitado para el Cau Ferrat.

Rusiñol otorgó a su casa-taller el estilo que su familia tenía en Manlleu, en Can Falua. Ese mes de septiembre trasladaba a Sitges su colección de hierro forjado que ya quedó para siempre. Pocos días más tarde, la Segona Festa Modernista, coincidía con una primera inauguración, en la que tomaron parte unas sesenta personas, entre ellos el arquitecto Francesc Rogent, y el maestro de obras Jaume Sunyer i Juncosa.

El edificio constaba de una planta baja, destinada a vivienda y al taller del artista, en la planta de arriba se instaló la colección y la azotea. Rusiñol estructuró la planta baja en tres ámbitos separados por arcos de piedra; el primero, original de la edificación y el segundo de nueva construcción.

En el primero, se encontraba el recibidor; en el segundo la sala de estar. El tercer espacio, con la fachada en el mar, instaló la antigua pila de bautizar del siglo XV, procedente del santuario de la Virgen del Vinyet, que figura en el centro de una obra que había pintado recientemente, en forma de manantial. Allí se construyó el gran vitral de colores con vidrio emplomado en blanco y motivos decorativos de carácter animal y vegetal en medio de cada uno de los grandes ventanales. De la sala del manantial hacia fuera Rusiñol hizo construir una torrecilla con salida a las rocas que llegaba hasta el mar; las mismas donde Joan Maragall contempló la salida del sol la noche de la Segona Festa Modernista.

Un año más tarde, en mayo de 1894, Rusiñol presentaba en el Ayuntamiento de Sitges una nueva instancia acompañada, esta vez, de un plano firmado por el arquitecto Francesc Rogent. Había adquirido la casa de al lado, un corral que había quedado vacío al fallecer su único inquilino. La incorporación del inmueble comportó el arreglo definitivo de la casa-taller del artista. Con la ayuda de Francesc Rogent, Rusiñol concibió el espacio desde la doble condición de casa popular sitgetana en la planta baja y de gran salón modernista en la primera planta de estilo neogótico. También trabajaron el maestro de obras Jaume Sunyer i Juncosa, así como el ebanista Francesc Vidal Jevellí, padre de la pintora Lluïsa Vidal, entre otros.

La disposición original del Cau Ferrat, que se conserva en la actualidad, es doble. La planta baja se concibió como un espacio con todas las características de la arquitectura popular catalana revestido con elementos artísticos: ventanales de forja, barandillas y paneles de cerámica popular de los siglos XVII al XIX, elementos de piedra tallada y arcadas para separar las diversas estancias.

Hay que destacar que la arcada que separa el comedor de la sala del manantial es únicamente decorativa, sin ninguna función arquitectónica. Los arcos de piedra que separan el recibidor del comedor y el comedor de la sala y alcoba del artista, en cambio, corresponden a las antiguas estructuras. En la planta baja se distinguen los espacios correspondientes a cada una de las casas. La adquirida en 1893 está formada por la puerta de entrada, el recibidor, el comedor con la chimenea y sala del manantial; en un lateral del recibidor hay una escalera que conduce al primer piso.

La casa de 1894 es la que configura la gran chimenea con la cocina económica al lado; en el lado del mar se encuentra el estudio, estancia llamada ·El “despatxet”, donde Rusiñol solía escribir, con el piano que el artista tocaba de vez en cuando y, en el otro lado, en la fachada de la calle Fonollar, la sala y la habitación del artista.

La primera planta muestra un gran contraste conceptual y decorativo de la casa-taller de Rusiñol. Lo ocupa el Gran Salón donde el artista había instalado la mayor parte de los objetos artísticos de su colección: hierro forjado, arte antiguo, pintura moderna y una parte de mobiliario de carácter artístico y suntuario. El interior es de estilo modernista neogótico, con grandes columnas que terminan en un techo artesonado de madera decorado con motivos heráldicos. La estructura de pilastras, capiteles y artesonados es totalmente decorativa.

Al entrar al salón se ve un primer espacio concebido en forma de pórtico que ocupa el largo de la fachada con un par de metros de fondo que simula una especie de logia a la italiana; probablemente es una influencia del segundo viaje que Rusiñol hizo a Italia en 1894.

La decoración de paredes y techos del gran salón fue diseñada por Rusiñol y el arquitecto Rogent, con la más posible intervención del dibujante Josep Pascó. Los motivos heráldicos del artesonado y del gran friso que rodea la parte alta de todo el Salón fueron efectuados con la intervención de Rusiñol. Su gusto hacia el neogótico remite a la decoración que había realizado para el salón del Círculo Artístico de Barcelona con motivo del gran carnaval artístico de 1889.

En el Gran Salón destaca el conjunto de vitrales. Puertas y dinteles están decoradas con cibes que permiten un bellísimo juego de luces. Las dos fachadas están recubiertas de vidrieras. La pared que da a la calle Fonollar está configurada con tres vidrieras de motivos decorativos diversos, las cibes medio. En la parte superior de la logia se instaló un conjunto de vidrieras que son copias de los de la catedral de Ulm, de los más antiguos de Europa. La vidriería de la fachada de mar, igualmente espectacular y policroma, muestra una decoración inspirada en motivos heráldicos.

En julio de 1894 la obra está finalizada y fue objeto de la consiguiente celebración de la cubierta coincidiendo con la festividad de Sant Jaume.

Rusiñol fue llenando el Cau Ferrat de objetos de arte procedentes de sus viajes, excavaciones, amistades e intercambios hasta la primera década del siglo XX. Con el cambio de siglo y de vida del artista la casa-taller pasará a ser un taller-museo, muy  valorado y apreciado por todo el  mundo con interés por las artes; la lista de visitantes del Cau es variada y extensa.

De taller-museo a museo público

Cuando en 1931 se abrió el testamento del artista, Sitges heredó el tesoro que Rusiñol le había legado por el manifiesto cariño que le profesaba, casa y colección artística, y el Templo del Modernismo. Después de los avatares relativos a los pagos de los derechos reales, Joaquim Folch i Torres dio vida al Cau Ferrat respetando el espíritu del Modernismo y el carácter tan singular que Rusiñol le había otorgado.

A pesar de todo se necesitó una gran obra de arreglo de la construcción y de las instalaciones, así como una readaptación del edificio para poder utilizarlo. El Cau Ferrat como museo público abrió sus puertas el 18 de abril de 1933.

Entre 1933 y 2009 el Cau Ferrat fue objeto de diversas reparaciones y retoques de sus instalaciones. La intervención más importante se realizó en 1966 ante el mal estado del edificio. Posteriormente se efectuaron otras intervenciones pero las condiciones físicas y ambientales del museo, situado sobre el mar, con fundamentos muy frágiles de piedra y fango, construido con materiales que se fueron deteriorando con el paso del tiempo y con el mar socavando la roca sobre la que están las edificaciones del antiguo barrio de Sant Joan, llegaron a sus límites a principios de este siglo.

La rehabilitación  y la restauración del Modernismo

A finales de la primera década del siglo XXI, fuera cual fuera la restauración que requería el Museu del Cau Ferrat era una operación que afectaba de lleno a uno de los edificios más emblemáticos del Modernismo con un siglo de existencia. El reto era triple: la rehabilitación de un maltrecho edificio de frágil construcción y que por sí mismo es una obra de arte, la restauración de todos y cada uno de sus elementos constructivos y su acondicionamiento y puesta en marcha de sus instalaciones como seguridad, climatización y todos aquellos requerimientos necesarios para un edificio de uso público y un museo en total funcionamiento.

El proyecto de restauración, acondicionamiento y remodelación del conjunto de edificios del Museu de Maricel Mar, can Rocamora y el Museu del Cau Ferrat de Sitges  encargado al arquitecto Josep-Emili Hernández Cros, fue aprobado por el Consorci del Patrimoni de Sitges en otoño de 2009, adjudicado a la UTE Cau Ferrat y se encomendó la gestión al Servei d’Equipaments, Infraestructures Urbanes i Patrimoni Arquitectònic de la Diputació de Barcelona. A lo largo de su realización, de cuatro años de duración, se han llevado a cabo los necesarios trabajos de restauración y rehabilitación, incorporando nuevas instalaciones y elementos museográficos imprescindibles para su buen funcionamiento y el cumplimiento de la normativa arquitectónica y museográfica.

Resumiendo, la intervención se ha realizado en los siguientes ámbitos:

1)La rehabilitación del edificio saneando su estructura y tratando los muros para evitar el rezume de la humedad y de la salinidad. Se han suprimido la totalidad de las barreras arquitectónicas.

2)La restauración de los elementos arquitectónicos de carácter artístico y ornamental de la que forman parte. Los elementos arquitectónicos y artísticos del Cau Ferrat, formados por el conjunto de puertas, ventanas y dinteles de piedra gótica, procedentes del antiguo castillo de Sitges, fueron encajados en la fachada del Cau Ferrat en 1893 y ubicados en su interior encuadrando la chimenea y una puerta ficticia. El tratamiento de la piedra ha consistido en una limpieza a fondo y la restauración de las partes más maltrechas. Se ha realizado la restauración de todo los azulejos de barandillas y paneles formados por baldosas antiguas de los siglo XVII, XVIII y XIX de la planta baja, dañados por la humedad y la salinidad, así como por el agrietamiento de los muros del edificio.

3)La dotación de instalaciones para su funcionamiento: climatización integral y para sectores del edificio; colocación de vidrios de protección exterior para el aislamiento térmico dotados de filtros de luz; señalización de emergencias, etc.

4)Las realizaciones museográfica, incorporando nueva iluminación, megafonía, sistemas de cámaras de seguridad, detectores de incendios, comunicación de voz y datos, interconexión de todos los museos, dotación de wifi en todo el edificio, etc. Otros aspectos importantes han sido la definición y separación de espacios de circulación (visitantes, trabajo interno, personal); la creación de un espacio de acogida y de la tienda.

El templo del Modernismo se proyecta en el siglo XXI totalmente reformado y adaptado a las necesidades técnicas, tecnológicas y sociales de la época.